Antiguamente esta pregunta hubiese sobrado. La respuesta hubiese sido un NO rotundo. Cuando decimos antiguamente nos referimos a hace más de 3 siglos. Y es que los partos siempre han sido cosa de mujeres hasta que Luis XVI decidió que quería ver cómo nacían sus hijos, una decisión que provocó, entre otras cosas, que las mujeres comenzaran a parir tumbadas. Según y como se cuenta en este magnífico artículo de ABC en el que, por cierto, nos citan, hay opiniones para todos los gustos. Y así debe ser. Nosotras creemos que lo ideal es que se haga como cada pareja decida. ¿Verdad?
Aquí os dejamos el artículo:
Una pareja que lleva tiempo buscando un embarazo, por fin recibe la buena nueva: será padres. A partir de ahí comienza un largo recorrido de 9 meses donde juntos irán a las revisiones oportunas. Ambos leerán los mismos libros, blogs de maternidad, artículos, se interesarán en la misma medida por el embarazo y lo que vendrá después: la crianza. Este es, en un gran resumen, el prototipo de padre de hoy en día. Nada que ver con el que se dio antes, en las generaciones anteriores. Y es que la maternidad siempre fue algo exclusivo de la mujer, algo muy íntimo. Solo ahora, de un tiempo a esta parte, unos veinte años, es cuando los hombres empiezan a tomar parte activa en el proceso de gestación y parto, que no de educación posterior.
Fue Luis XVI el que decidió que quería ver cómo nacían sus hijos y para ello pidió que su mujer diese a luz tumbada, cosa que muchas mujeres hoy no le agradecen puesto que no es precisamente la manera más natural de hacerlo.Pero Luis XV fue un avanzado de la época (en cuanto a querer ver cómo se producía el fenómeno del nacimiento), ya que —y esto lo hemos visto en infinidad de películas— el rol masculino era quedarse fuera esperando (nervioso) qué pasaba dentro. Y ya luego salía la matrona, o médico, a comunicar qué había sido y cómo estaban ambos, bebé y madre.
Sin embargo ahora muchos hombres han cambiado. Y hemos preguntado en el famoso grupo Si los hombres hablasen. Curiosamente aquellos que quieren ver el parto e incluso participar de él son los que han acompañado a su pareja en un parto en casa o en un parto hospitalario pero muy respetado, es decir, con libertad de movimientos para la mujer, caminando, con poca luz, sin intervención de cuatro o cinco personas sanitarias todo el rato…Y los que se han quedado fuera, por norma general, es porque sus parejas han tenido partos intervenidos y no les han dejado o no han querido o ambas cosas a la vez.
«Recuerdo respirar aliviado cuando me avisaron de que mis hijos nacerían por cesárea» —relata Víctor— «Estúpido de mí pensé, qué bien, un problema menos. Pero para mí, por supuesto, agrega, ya que para no tener que saber afrontar una situación a mí me superaba, y en mi absoluto desconocimiento (el parto de mis hijos) y que no solo sabía cómo reaccionar sino que, además, no sabía (que es peor) cómo acompañar». Reconoce que se alegra de que «poco a poco las cosas vayan cambiando aunque me gustaría que cambiaran más todavía, especialmente para que esos hombres que están actualmente perdidos e ignorantes en este tema, no se perdieran algo tan hermoso en sus vidas pero también por esas mujeres que confían a ciegas en los profesionales que las acogen, pero sobre todo, concluye, por esos niños y niñas que vienen a este mundo de la forma en la que vienen».
«Nunca quise estar en los partos de mi mujer porque creo que es un proceso muy mamífero y, hasta donde yo sé, los leones no están en los partos de las leonas, de hecho no creo que la leona lo admitiese, básicamente porque no lo necesita, de hecho le estorba» sostiene Javier. Esta teoría es la que sustenta el famoso Michel Odent, afamado obstetra francés y uno de los máximos defensores de los partos no medicalizados ni instrumentalizados sin necesidad real que lo requiera. Para Odent la figura del hombre en el parto puede dificultar el mismo ya que. cómo declaró en un artículo publicado en The Guardian «puede hacer que la labor de parto sea más larga, más dolorosa y más complicada porque ella nota la ansiedad de él y se pone nerviosa» Básicamente lo que el afamado obstetra quiere decir es que los nervios son lo último que una parturienta necesita ya que si sucede eso ella se llenará de cortisol, la hormona del estrés que hará que se cierre el cuerpo y, tal y como siempre explica la directora del afamado centro Más Natural, Cristina Núñez, parir significa abrirse.