Mamar durante mucho tiempo o a lo largo de la noche no provoca caries. La lactancia materna no es cariogénica, sino más bien todo lo contrario. La leche materna, por su composición y su acción fisiológica, es un factor de protección frente a la caries, y mamar favorece la salud bucodental.
La creencia de que la lactancia materna prolongada o durante la noche provoca caries dental se extendió con sólo 3 artículos médicos a principios de los años 80. Sus conclusiones se basaron en sólo 9 casos, y en una incompleta comprensión de la lactancia materna por parte de los dentistas.
Las investigaciones posteriores, estudios de población de los que sí pueden extraerse conclusiones con evidencia científica, se oponen con firmeza a la idea de que la lactancia materna tenga nada que ver con la caries dental. Y tampoco se ha publicado ningún estudio que evidencie que el destete precoz disminuya el riesgo de padecer caries.
La ausencia de lactancia materna sí aumenta los riesgos sobre la salud bucodental. En la alimentación con biberón, la leche se libera en la entrada de la boca y se retiene alrededor de los dientes, mientras que en la lactancia materna, el pezón se coloca muy atrás en la boca y la leche se libera en la garganta, estimulando que el bebé pueda tragar. La succión del pecho asegura un desarrollo adecuado de la musculatura y disminuye las maloclusiones (malas mordidas).
La caries de la primera infancia es una enfermedad crónica e infecciosa de etiología compleja y multifactorial. La higiene dental es imprescindible desde una fase muy temprana: hay que empezar a cepillarle los dientes al bebé en cuanto le salen, visitar periódicamente al odontopediatra, reducir la frecuencia con la que ofrecemos azúcares o alimentos blandos y pegajosos a los niños… Además, dar besos en la boca, o soplar o probar la comida antes de dársela al niño, son costumbres a evitar si hay caries activas, porque la caries se contagia.