La semana pasada se publicaba en Diario de Córdoba el caso de Sofía Bonilla, una mujer que ha presentado una reclamación por mala praxis al Hospital Reina Sofía. Esta mujer tuvo que acudir al citado hospital en cinco ocasiones por una mastitis (infección en el pecho), y recibió en todo momento una atención incorrecta. Como consecuencia del mal manejo médico de la infección, Sofía hoy puede amamantar sólo con un pecho.
Todo empezó con dolor en el pecho afectado y fiebre. Lo adecuado, cuando hay una infección, es tratar de identificar la bacteria implicada, para poder elegir así el tratamiento idóneo. Ante una mastitis, habría que hacer un cultivo de la leche: analizar una muestra. Pero en el Reina Sofía no lo hicieron, y tampoco escogieron el antibiótico que suele ser más eficaz contra mastitis (ciprofloxacino). En su lugar, le recetaron amoxicilina y ácido clavulánico, un antibiótico de amplio espectro que en ocasiones agrava las mastitis.
Además, los diferentes médicos que la fueron atendiendo le recomendaron que dejara de amamantar. Los profesionales deberían haberla alentado a que siguiera ofreciendo ese pecho a su bebé: cuanta más leche queda retenida, más se agrava la infección. Tampoco nadie le recomendó que tomase probióticos, microorganismos vivos que pueden reestablecer el equilibrio entre las bacterias “buenas y malas” y que, en ocasiones, solucionan mastitis por sí solos. Como resultado de una atención tan inadecuada, Sofía Bonilla terminó acudiendo a otro hospital, el de Montilla. Allí fue intervenida quirúrgicamente de un abceso mamario de 5 centímetros; le extrajeron del pecho medio litro de pus. Muchas mujeres han vivido situaciones similares, muchas mujeres han interrumpido sus lactancias por atenciones médicas incorrectas. Necesitamos con urgencia que los médicos sepan atender, proteger y tratar a las madres lactantes.
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