Para cobijar a un bebé, hay que estar dispuestas a perder toda autonomía, libertad y tiempo para una misma. Es una decisión. Nadie puede determinar qué es lo que cada cual debe hacer.
Pero sí es importante que sepamos por qué optamos –sin ser conscientes– por una o por otra. Cuando no lo sabemos, solemos “culpar” al trabajo.
Alejarnos de nuestros hijos por motivos laborales: mal de muchas…
Creemos que es a causa del trabajo que no permanecemos apegadas a nuestros hijos. Estamos convencidas de que la necesidad de ganar dinero es la responsable de tener que dejarlos muchas horas cada día.
Pero el problema no es el trabajo. El problema es la vuelta a casa. Cuando regresamos a casa, el niño siente que, ahora sí, ha llegado el momento de estar con mamá. A partir de entonces, merece ser colmado de caricias, tiempo, abrazos y sonrisas.
Si somos capaces de relegar todo lo demás una vez que estamos en casa, si comprendemos que no hay nada más urgente que nutrir a nuestro bebé de caricias y leche, entonces el trabajo no será un obstáculo para el vínculo.
Maternidad y nuevas responsabilidades
Que la maternidad vuelva a tener un valor social prioritario es responsabilidad de todos nosotros. Hombres y mujeres. Tengamos hijos o no.
Si pensamos en el futuro como sociedad, si pensamos política, filosófica y económicamente, las cuentas salen bien solo si los niños vuelven a tener un espacio valorado y cuidado.
Para eso, necesitan a sus madres emocionalmente disponibles. Justamente en ese sentido es imprescindible que ellas también reciban el apoyo y el sustento económico y afectivo suficiente para poder estar.