Muchísimas veces las mujeres lactantes o aquellas que ya no lo son pero en su día intentaron dar el pecho, narran que desistieron de dar lactancia materna porque tenían una mala calidad de leche. En realidad no mienten. Pero tampoco dicen la verdad. ¿Cómo es esto posible? Muy sencillo. Ellas creen que han tenido mala calidad de leche porque alguien las ha convencido de ello pero es imposible. La leche materna tiene todos los nutrientes necesarios para el bebé. Ha sido creada, diseñada específicamente para el “cachorro” humano por lo que no es posible que esto suceda.
Ni siquiera en situaciones de hambruna en la que la madre pueda estar malnutrida la leche materna es de mala calidad. Las células que se encargan de fabricar la leche materna se encargan de sacar las reservar del organismo de la madre todo lo necesario para que el bebé tenga la mejor de las leches.
Lo que sí es verdad es que un bebé alimentado con lactancia materna exclusiva puede bajar de peso pero no porque la madre tenga poca leche o porque su leche sea de baja calidad si no más bien porque la madre está poniendo al bebé al pecho pocas veces o porque está siguiendo el peor de los consejos y que tanta “buena prensa” tuvo durante años: Ponerlo cada 3 horas y 15 minutos en cada pecho. La lactancia materna tiene que ser SIEMPRE a demanda. Y esto significa que si el bebé reclama cada 45 minutos, o en intervalos que no son siempre del mismo tiempo, se le da y no significa que use a la madre como chupete ni que tenga ningún vicio. Vicio es fumar, beber alcohol en exceso, pero no alimentarse para desarrollarse o tener apego a tu madre cuando tienes tan poca edad. Es lo normal y lo saludable en nuestra especie. Los seres humanos, de hecho, somos los mamíferos más dependientes. Necesitamos a nuestra madre durante muchos años…a veces incluso toda la vida 😉
Si estás dando el pecho y por lo que sea tu bebé no coge peso o lo pierde, concierta cita en tu centro de salud con la matrona y pide ayuda para que vean cómo das el pecho. Quizás tenga el bebé un problema de agarre o quizás haya que valorar otras cuestiones. Pero no te creas que tu leche no sirve porque eso no es real.
Y, como siempre, sigue tu instinto. Y si tu instinto te dice que el bebé tiene ganas de “pechito de mamá”, dáselo. Olvida a quién te diga que lo vas a acostumbrar. ¡Qué bueno que se acostumbre a estar en brazos! Luego, con el paso de los años, será algo que recuerdes con infinita ternura. No hay límite para el cariño entre mamá y bebé.
No lo olvides.
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