El famoso pediatra Carlos González explica en este artículo de la revista Tu bebé los motivos por los que no es necesario agobiarse con el tema de las papillas.
Algunas personas creen que, a partir de los seis meses, hay que dar a los niños otros alimentos además del pecho (o del biberón) porque sus necesidades nutricionales son mayores y ya no tienen suficiente con la leche.
Pero no es que a partir de los seis meses tengan mayores necesidades nutricionales, sino todo lo contrario.
El bebé de dos meses tiene unas necesidades muy estrictas; sólo puede comer leche materna, que es mejor alimento que existe, o un producto especialmente preparado para substituirla.
Cualquier otro alimento o bebida sería un riesgo para su salud. En cambio, el bebé de ocho meses ya puede comer alimentos de calidad inferior sin que su salud se resienta.
Podemos darle fruta, que es pobre en proteínas, grasas, vitaminas del grupo B o calcio.
Podemos darle cereales, que contienen una proteína de bajo valor nutritivo y son pobres en vitamina B12, en calcio y en grasas…
En realidad, el motivo principal para ofrecerles otros alimentos no es nutricional, sino educacional.
No se trata de que el bebé esté mejor alimentado, porque nunca en su vida tendrá una dieta tan sana como cuando tomaba sólo pecho. Se trata de que aprenda a comer normalmente.
Es decir, que aprenda a comer comida normal, y que aprenda a comerla de la forma normal.
Hay que plantearse los objetivos a medio y largo plazo.
¿Cómo quiere usted que coma su hija a los diez años, a los siete, a los dos?
¿Quiere que coma comida normal, la misma que coma usted, macarrones y paella y estofado y lentejas, y que coma por sí misma, contenta, con su tenedor y su cuchara, masticando y tragando voluntariamente?
¿O quiere que coma una comida especial, purés de frutas y verduras, y dársela usted haciendo el avión con la cuchara y distrayéndola con la tele?
Plantéese a dónde quiere llegar, y empiece a moverse en esa dirección.
El bebé que agarra un trozo de pan o de pollo y se lo lleva a la boca está aprendiendo muchas cosas útiles: a agarrar la comida, a llevársela a la boca, a distinguir los sabores y texturas de los distintos alimentos, a decidir si le gusta o no le gusta, a masticar y a tragar.
Y como al principio comerá muy poquito, estará bien alimentado, porque seguirá tomando una gran cantidad de leche materna (o su substituto artificial), y por tanto tomará proteínas, calcio, vitamina B12… Al principio comerá muy poco, pero está en el camino correcto, y con el tiempo irá aumentando la cantidad.
En cambio, el que toma 250 ml de puré de verduras, a base de distraerlo, engañarlo y medio forzarlo, ha tomado pocas calorías, pocas proteínas, poco calcio, nada ce B12, casi nada de grasa… Y no ha aprendido nada (salvo tal vez a odiar la comida), y encima se queda tan lleno que no va a tomar leche en varias horas.