Cada otoño la misma polémica. Y como siempre, los mismos comentarios defendiendo la bofetada. Os enlazamos aquí un buen artículo de ABC.
Los padres españoles son pegones. Al menos así lo asegura a ABC Benjamín Ballesteros, doctor en Psicología Clínica y director de programas de la Fundación Anar. Una de las razones fundamentales de esta afirmación es que los progenitores que hoy pegan a sus hijos «lo hacen porque ellos, de pequeños, también fueron educados bajo este mismo modelo. Tienen asimilado que es una forma “normal” de educar», explica este experto.
«Un azote, como hecho aislado y dándolo sin intensidad no se considera maltrato. Pero si se repite de forma frecuente y de forma intensa sí»
A esta fundación se acercan muchos padres que preguntan si dar un azote a un hijo para corregirle una mala actitud es violencia o no. «Como hecho aislado y haciéndolo sin intensidad no se considera maltrato. Pero si se repite de forma frecuente y de forma intensa sí. Pero la cuestión no es tanto esta pregunta —puntualiza Ballesteros—, sino los efectos que supone esta actitud, puesto que se está enseñando a los hijos que esta es la manera de actuar y que la violencia sirve para conseguir un fin. Los niños reproducirán este modelo cuando se enfrenten a diversas situaciones, incluso de mayores, en la edad adulta. Es una razón más por la que la violencia se perpetúa en nuestra sociedad».
Añade que tras azotar o gritar a un niño, a los padres, por lo general, les suele asaltar un sentimiento de culpa, que después se esfuerzan en cambiarlo para autojustificarse que tenían que hacerlo (pegar al niño) para que aprenda. «Sin embargo, hay muchas otras formas de educar a los niños sin necesidad de violencia física —insiste—. Hay que hacer el esfuerzo de reprimir este impulso de azotarle y optar por explicar al niño con palabras, sin gritos, que lo que está haciendo no es correcto, sin obviar que hay que advertirle que tendrá consecuencias si se vuelve a repetir la situación que motivó el incidente».
Teoría de la frustración-agresión
Cuando hay un conflicto y un padre pega a un hijo, «no es porque el hijo haya creado un problema, es porque es el padre el que tiene un problema. Inflye el estrés diario y lo que se denomina como “teoría de la frustración-agresión”; es decir, si a un hombre, por ejemplo, alguien le agrede en el trabajo y es un superior o la persona no está presente, este hombre tenderá a cargar su frustración en alguien inferior o, al llegar a casa, lo hará con su mujer y, a su vez, ella lo hará con su hijo pequeño, y el niño con el gato. Es así. Si no se acaba con este modelo de educación, la violencia se perpetúa en nuestra sociedad», concluye Ballesteros no sin recordar que el principal motivo de llamadas a la Fundación Anar es por casos de violencia intrafamiliar.
Por esta razón, desde este organismo insisten en que recurrir al castigo físico en la educación de los hijos puede traer consecuencias negativas en su evolución y aportar alternativas saludables y positivas. Para ayudar a los padres en esta labor de una educación sin violencia, recomiendan tomar notas de los siguientes consejos:
1. Dedicad tiempo a estar con vuestros hijos. El tiempo que paséis hablando con ellos o compartiendo sus juegos, es un regalo para todos y es importante hacerlo desde edades tempranas. Invitadles a que os hablen de su día a día y hacedlo también vosotros adaptando el lenguaje a su edad. De esta manera les estaréis enseñando que es normal tener problemas y la forma de buscar soluciones, además de construir una convivencia positiva.
2. Poneos de acuerdo entre vosotros, padres, en las normas,límites y consecuencias que vais a establecer. Para que ellos crezcan y evolucionen positivamente, necesitan saber que en su familia hay unas normas que cumplir, unos límites que respetar y unas consecuencias (nunca maltrato físico ni psicológico) en caso de no hacerlo. Y es importante que os mostréis unidos y firmes en esas decisiones y en el cumplimiento de las consecuencias para que ellos no puedan manipular la situación.
3. Adaptad las normas y límites a su edad. Sobre todo en la adolescencia, es importante que impliquéis a vuestros hijos en la elección de las normas y límites que se van a establecer y así será más fácil que las cumplan. No obstante, es recomendable que les dejéis claro que, como padres, tenéis la obligación de protegerles y buscar su bienestar.
4. Escuchadles. Si ha quebrantado alguna norma o se ha saltado algún límite, antes de aplicar las consecuencias a ese comportamiento, escuchad sus razones. Tal vez sea necesario que tengáis que sancionarle después de su explicación, pero se sentirá escuchado y atendido emocionalmente.
5. Usar el castigo físico como método para educar es perjudicial en todos los niveles de desarrollo. Además, puede generar a largo plazo dificultades en las relaciones con los demás y alteraciones en la salud mental. Hay alternativas que no dañarán su integridad como, por ejemplo, la retirada de privilegios.
6. Sed coherentes en la aplicación de consecuencias. Las consecuencias que apliquéis al incumplimiento de las normas deben ser proporcionadas al hecho que se ha producido y ajustadas en el tiempo para conseguir el efecto deseado: el aprendizaje.
7. Sois ejemplo para vuestros hijos. Si sois violentos con ellos a la hora de educarles, les estáis enseñando un modelo agresivo de resolver conflictos que les traerá muchas dificultades en su vida adulta, ya que pueden reproducirlo. Si, por el contrario, os mostráis firmes pero cercanos en vuestra forma de educarles, les estáis transmitiendo que pueden contar con vosotros y no necesitarán buscar fuera de casa el afecto que necesitan para crecer y evolucionar positivamente.
8. Antes de actuar por impulso, paraos a pensar. Es necesario saber identificar las señales que os avisan que os estáis alterando. En ese momento, es importante aplazar la conversación con vuestro hijo a otro momento en que podáis hablar de lo ocurrido con tranquilidad. Recordad que ellos, igual que vosotros, no son perfectos y pueden cometer errores. De esta manera estáis enseñándoles que el comportamiento de las personas no debe estar manejado por impulsos y emociones negativas.
9. Llevar una vida sana, favorece la salud emocional. Consumir cualquier tipo de droga, incluso las aceptadas socialmente (alcohol y tabaco), o no descansar lo suficiente, puede hacer que estemos más sobrecargados de tensiones. En un alto porcentaje de los casos de maltrato, el alcohol está presente. Si os alimentáis adecuadamente, descansáis lo suficiente y descargáis tensiones a través de la actividad física, estaréis más tranquilos y relajados en vuestra convivencia familiar.
10. Si tenéis dificultades para establecer una buena comunicación y convivencia con vuestros, buscad ayuda profesional. Es posible que las circunstancias y vivencias que hayáis tenido a lo largo de vuestra vida, influyan en la manera de establecer relaciones y os dificulten la convivencia familiar. Si esto es así, buscar ayuda profesional os ayudará no sólo a vosotros, sino que vuestros hijos también se beneficiarán de ello.
No obstante, desde esta fundación invitan a todas las personas que necesiten orientación sobre este asunto a que se pongan en contacto con ellos. Los interesados pueden hacerlo a través de las líneas de ayuda: Teléfono ANAR del Adulto y la Familia (600 50 51 52) o Email ANAR, entrando en la página web (www.anar.org). En cualquiera de ellas, un equipo de psicólogos apoyados por trabajadores sociales y abogados, resolverán las dudas los 365 días del año, las 24 horas del día.