En una entrevista concedida a ABC, el pediatra explica todas estas cosas más que interesantes.
El doctor Paricio ha dedicado casi toda su vida a la salud de la infancia. Este pediatra, miembro del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría, ha publicado en revistas como Pediatrics y varios capítulos en libros sobre medicina. Ha colaborado con el Ministerio de Sanidad en el Observatorio de Salud de la Mujer y en la Guía de práctica clínica sobre la atención al parto normal. Su libro «Tú eres la mejor madre del mundo» es un manual sencillo y que no pontifica en ningún tema.
¿Cuál es el objetivo de su libro?
-Como pediatra me he dedicado fundamentalmente a tratar niños y a hablar con sus madres. En un momento de mi vida profesional en que disponía de algo más de tiempo pensé que podría ser interesante explicar todos los conocimientos pediátricos que había adquirido mientras hacía la especialidad en el hospital La Fe, en Valencia. El estudio y la experiencia al asistir a talleres y jornadas enriquece mucho, al igual que las conclusiones de las conversaciones con madres. Hablando con ellas me di cuenta de que las cosas no siempre cuadraban con lo que estaba escrito en los textos pediátricos. Se aprende mucho escuchando atentamente lo que te dicen.
Pensé que sería bueno que todos conociéramos esos puntos de vista de las madres que cuadran o matizan los del pediatra. Hay demasiados libros que dicen «enseñe a comer o a dormir a sus hijos»; hay muchos libros que son muy sensatos, pero otros muchos pecan de excluyentes y dicen frases como «hay que hacer esto porque si no las cosas pueden ir fatal». Yo he intentado huir de eso. Prefiero exponer lo que la ciencia dice y lo que las madres hacen y les ha ido bien, por si a otra madre, o a otro pediatra, le puede llegar a servir. La crianza, la lactancia, la maternidad no son enteramente reductibles al fenómeno científico
-¿Siguen siendo las madres las que llevan el peso de la familia y los hijos, o empieza a haber participación paterna?
-Es cierto que desde la perspectiva de mi carrera profesional hay un cambio. Los pediatras de mi generación sabemos hablar con madres, no con padres, porque, salvo excepciones, ha sido palmaria la ausencia paterna en las consultas. Hace tres y cuatro décadas si los niños venían con el padre por estar la madre trabajando o enferma, saber lo que le pasaba a su hija o hijo era muy difícil. De eso no se ocupaban ellos y no sabían si tenían fiebre, desde cuando o cómo era la tos. Hoy, afortunadamente vienen ambos, madre y padre, con mayor frecuencia y el padre puede responder con rigor. Se empiezan a ocupar más, vaya. Parte del mérito está en ellos mismos, y en ellas que les exigen más, pero influye también el hecho del paro laboral en ellos y que hay ahora más mujeres trabajando fuera del hogar.
Pero sigue siendo cierto que la crianza está en un porcentaje muy alto en manos de las madres, independientemente del trabajo de ambos. Es un problema de sociedad machista, de falta de educación en valores de igualdad desde la escuela primaria, y de repetir estereotipos en la propia familia.
Estamos muy contaminados por una cultura misógina de varios milenios y eso es duro de vencer, sobre todo si desde los ministerios correspondientes no se toma en serio el problema. Si no cambiamos el marco de relaciones laborales en nuestro país, las mujeres seguirán sacrificándose y sin poder conciliar su vida personal, familiar y profesional.
-¿Se exigen demasiado a sí mismas las mujeres?
-Sin duda. Las madres suelen tener tal grado de auto-exigencia y quieren tanto a sus hijos que con frecuencia creen que algo que han hecho mal es la causa que ha podido perjudicar a su hijo. Hay que convencerlas de que el virus que tiene su bebé no tiene nada que ver con lo que hayan hecho ellas los días anteriores, que lo habría cogido igual o de otra manera si hubiese hecho cosas diferentes. Se culpabilizan muchísimo. Es una constante entre las madres pensar que han hecho algo mal. Si el niño no come o no duerme bien, muchas madres dicen: «no estoy a la altura, no lo estoy haciendo bien».
Muchas mujeres tienen interiorizado que tienen que ser una «buena madre», una buena esposa y una buena en todo y eso no es así. Esta idea proviene de un mito cultural ancestral erróneo. Creo que nunca habrá suficientes oportunidades para decirle a una madre que se siente mal que lo está haciendo bien. Las mujeres hacen lo que mejor creen y lo que mejor pueden. Y pese a eso, se culpabilizan. Pocos padres he conocido con semejante grado de responsabilidad-culpabilidad.
– Parto respetado sí… pero, ¿es seguro el parto en casa?
-La falta de respeto que ha habido y hay en muchos partos atendidos en hospitales en los que, aparte de no tener en cuenta para nada, o poco, a la mujer que allí está en un momento único de su vida, se ha banalizado el momento hablando de cualquier cosa, bromeando fuera de lugar y como mucho adoptando actitudes paternalistas pseudo-protectoras, ha llevado a muchas mujeres a buscar alternativas, mucho antes de que el colectivo de obstetras, matronas y pediatras se planteen cambiar su actitud y modales.
El parto en domicilio, que dejó de existir tradicionalmente al final de los años 60 en nuestro país, es hoy un deseo de bastantes mujeres y una reivindicación de grupos de mujeres que luchan por un parto respetado, al que se suman, a veces desde hace tiempo, colectivos de matronas y algunos ginecólogos y pediatras. Hoy por hoy, en nuestro país es una opción minoritaria, no cubierta por ningún tipo de seguro y, sobre todo, desregulada.
El parto en domicilio en otros países de Europa (Reino Unido, Holanda) supone prácticamente el 50% de todos los partos y es una modalidad que cubren los seguros púbicos y privados de estos países.
Hay publicaciones en revistas prestigiosas de sociedades de Ginecología-Obstetricia que nos dicen que el parto en domicilio que cumple una serie de requisitos (embarazo y parto de bajo riesgo, adecuadas condiciones de la vivienda de habitabilidad, higiene y distancia a un hospital y atención por profesionales debidamente capacitados) es tan seguro como el parto en el hospital. Es importante saber que la capacitación del personal que atiende un parto en domicilio es fundamental. En un estudio que comparaba los resultados de unos 300.000 partos domiciliarios frente a unos 200.000 hospitalarios, todos ellos en países anglosajones desarrollados, la mortalidad neonatal fue tres veces superior en los domiciliarios. Sólo cuando se comparaban los partos domiciliarios atendidos por personal debidamente cualificado la mortalidad era igual que la de los partos hospitalarios.
Eso nos indica que no todo vale y que dada la evolución de nuestra sociedad, es preciso, además de ofertar alternativas respetuosas y seguras en el ámbito hospitalario o en el marco de las llamadas casas de parto o nacimiento, empezar a normalizar el parto a domicilio, regulándolo y dándole cobertura, para evitar que haya mujeres y recién nacidos que puedan sufrir malas prácticas por desconocimiento y desregulación.
-¿Qué opina de la figura de las doulas?
-Es un colectivo no reconocido ni regulado profesionalmente en nuestro país y ese es su principal problema. Independientemente de lo que yo pueda pensar, he de recordar que esta figura es nombrada en la Guía de práctica clínica sobre la atención al parto normal del Ministerio de Sanidad de 2010: «Las doulas son mujeres, en su mayoría madres, que acompañan a otras mujeres durante la gestación, parto y puerperio, ofreciendo soporte, tanto físico como emocional».
El sistema de atención al embarazo y nacimiento en muchos países, incluido el nuestro, contempla tan escasamente de forma personalizada los aspectos físicos y emocionales en la mujer embarazada y que da a luz, que la figura de asesoría, de acompañamiento al proceso es prácticamente inexistente. Dadas las características del mundo familiar y laboral actual, resultan difícilmente abarcables al 100% por la pareja de esa mujer.
La matrona es la figura oficial y preparada para suplir estas necesidades, pero depende de un sistema sanitario que regula su tiempo y espacio, y a algunas mujeres puede parecerles insuficiente el tiempo y atención que se les dedica, o puede simplemente preferir otro tipo de acompañamiento.
Dada la desregulación en este campo, se han dado casos de intrusismo profesional, debido a doulas que han asumido papeles que no les corresponde ni están preparadas para ello. Por otra parte, colectivos regulados como el de matronas, que ya tienen bastantes problemas profesionales, es lógico que lo vivan, en general, como intrusismo. Veo difícil que se asienten de modo estable y normalizado en nuestro país debido, no sólo a la rigidez normativa de la atención al embarazo-parto y a los conflictos profesionales mencionados, sino a que nuestra sociedad, a diferencia de aquellas en las que aparecen originalmente las doulas, en la que la pareja de la mujer tiene un gran papel y cada vez más asumido, podrían plantearse temas de duplicidad de funciones o de celos de rol.
La desregulación no beneficia a nadie. Impide concebir una formación reglada obligatoria, el diálogo con otros colectivos profesionales y hace que las mujeres que deseen este tipo de servicios puedan ser estafadas o mal tratadas, ya que tienen que asegurarse muy bien de a quién contratan.
Estas mujeres pueden consultar grupos de doulas que están organizándose de modo serio y transparente en varios países de Europa, incluido el nuestro, y tienen portales en internet fácilmente accesibles y aclaratorios. Aún así, sería una inestimable ayuda que el colectivo de matronas tuviese catalogados estos sitios para poder ofrecer una información profesional.
La recomendación de la guía del Ministerio de 2010 es «facilitar el acompañamiento de la mujer durante el parto por la persona de su elección».
-El contacto piel con piel es muy importante para el bebé, pero ¿con el padre también puede hacerse y tiene el mismo resultado?
-Efectivamente, hay multitud de pruebas científicas publicada acerca de la importancia del contacto precoz piel con piel y mantenido entre madre y bebé para aspectos que aseguran la supervivencia de la criatura y de la especie: el establecimiento de la lactancia, el inicio de la vinculación, la conservación de la temperatura corporal, la oxigenación, el intercambio de mensajes esenciales, etc.
La madre está hormonal, química, física y psicológicamente preparada para realizar este contacto de la manera más eficaz, y el bebé recién nacido va a aceptarlo de modo difícilmente superable y con el mínimo estrés, ya que su madre, por decirlo gráficamente, huele igual o muy parecido por fuera que por dentro. El calostro, el pezón, la areola, al bebé le recuerdan el olor y sabor del líquido amniótico que hace tiempo que conoce, la voz de su madre ya la ha oído hace tiempo y es un sonido que le apacigua…
Sabemos por investigadores del Centro de las Ciencias del Gusto y de la Alimentación de Dijon, que los bebés de pocas horas y días distinguen perfectamente el olor de la leche de su madre, no sólo del de una leche artificial, sino del de la leche de otras madres.
Por todo ello, siempre que se pueda, y debería poderse casi siempre, debemos asegurar el contacto con la madre. El que este contacto no esté sistemáticamente garantizado en el parto, y sobre todo en caso de cesáreas, es un fallo profesional en la atención.
Agotadas todas las posibilidades, el padre o pareja y otros familiares pueden suplir en parte los beneficios de este contacto y es deseable que así sea. No habrá olores tranquilizantes, pero sí calor, sonido del latir del corazón que le ha compartido el embarazo y se ha dejado oír durante el mismo.
-Es usted un defensor a ultranza de la lactancia. ¿Qué ocurre si a la mujer le es imposible dar de mamar a su hijo? ¿Puede suponer un trauma para la madre?
-A quien hay que defender es a la madre y a su bebé y eso pasa la inmensa mayoría de veces por defender la lactancia. A la mayoría de madres que quieren dar el pecho y acaban no pudiendo casi de entrada o no todo el tiempo que deseaban, les supone un trauma importante. Hoy todo el mundo sabe, y sobre todo las madres, que el pecho es mejor que el biberón para la salud de sus hijos. Eso hace que se sientan culpables cuando no han podido empezar o lo han interrumpido al poco de empezar. Creen que es por su culpa, pero no es en absoluto cierto: dar el pecho en una sociedad culturalmente de biberón y de muy pocos apoyos familiares, de amistades y sociales, es una verdadera carrera de obstáculos. La culpa es antes del sistema de cuidados sanitarios que les dijo que todo era muy fácil y luego no pudo ayudarla en sus dificultades, o que le aconsejó todo lo contrario a lo que hay que hacer, o de un entorno social hostil o desconocedor de la lactancia.
-Hablando de traumas… ¿Es un error adiestrar en el sueño? ¿Es mejor dormirles en brazos y con mimos?
Adiestrar el sueño en lactantes y niños sanos normales es un error. Creer que venimos al mundo para que nos adiestren el sueño y generalizar el adiestramiento como un método de cuidados de puericultura es una equivocación que puede traer consecuencias nocivas para la estabilidad emocional de niñas y niños.
Los lactantes saben dormir desde el nacimiento, de hecho ya dormían dentro de la madre y duermen muchas más horas al día que los adultos. El problema para los adultos cuidadores que no han sido advertidos es que sus ritmos horarios de vigilia y sueño no coinciden con los del adulto, pero son enteramente normales y son justamente los que ellos necesitan para desarrollarse adecuadamente.
Planificar metódicamente sesiones de tiempos incrementados de esperas con llanto y miedo sin atender para que se acostumbren a los ritmos de los adultos me parece muy imprudente. Acostumbrar a los niños a que da igual lo que se quejen o pidan, que sus necesidades no serán atendidas, puede pasar factura en la personalidad y modo de interactuar de niños sometidos a métodos que, personalmente, veo crueles.
A la mayoría de personas, niños o no, nos encantan los brazos y mimos. Muchos bebés se duermen mal en lugares distintos del regazo de madre o padre, otros no. Los hay que toleran que, una vez dormidos, se les deje en su cuna y otros se despiertan. Cada bebé es diferente y hay que ir viendo qué le gusta y qué pueden hacer sus padres. Es una historia a medias en la que hay que tener en cuenta que el más frágil es el bebé y que hay que amoldarse a él dentro de nuestras posibilidades.
-¿Es en realidad tan bueno el colecho?
-El colecho no es ni bueno ni malo. Compartir cama con el bebé puede ser cómodo para unos padres e incómodo para otros. Puede ser cómodo a cualquier edad del niño o sólo los primeros meses. Puede vivirlo bien la madre, especialmente si amamanta, porque le resulta más cómodo y puede o no vivirlo bien la pareja de la madre.
El colecho contribuye a aumentar la duración de la lactancia y, en condiciones habituales, no aumenta para nada el riesgo de muerte súbita del lactante, más bien al contrario, pues la lactancia materna disminuye este riesgo y ésta es favorecida por el colecho.
El colecho no es seguro si el bebé no duerme boca arriba, si los padres toman alcohol, medicamentos sedantes o drogas o son fumadores; si tienen una obesidad mórbida, si en la misma cama duermen otros hermanos o mascotas, si la cama es de colchón muy blando y hay almohadas o cojines por medio y si el colecho se hace en lugares distintos de la cama, como el sofá.
Dentro de estos límites de seguridad, la madre y su pareja decidirán lo que creen mejor para los tres. El colecho puede ser muchas cosas (cómodo, incómodo, favorecedor de la lactancia, etc.), pero no es la manera única de dormir de las familias y no es obligatorio para el mejor desarrollo de los bebés.
El dormir de las familias no debería ser asunto de ningún colectivo profesional. ¿Qué hacen los pediatras y psicólogos metiéndose en la cama de sus pacientes?
-¿En que consiste realmente la crianza con apego?
-Es importante saber que la llamada «crianza con apego» no es en absoluto la teoría del apego. Es un estilo de vida, no una teoría comprobada como la teoría del apego.
La teoría del apego fue expuesta en los años 70-80 del pasado siglo por el psicoanalista John Bowlby y, básicamente, explica muy bien la motivación de la querencia entre humanos; según esta teoría que está vigente en la actualidad, venimos al mundo con el deseo instintivo de ser queridos, de que nos acojan y venimos muy preparados para que esto ocurra, de hecho es nuestra madre la que normalmente nos acoge y asegura nuestra supervivencia.
Por cierto, respecto a la anterior pregunta he de decir que los métodos irrespetuosos con las personas, con los niños, como son las técnicas de adiestramiento basadas en el castigo (hacer llorar) para que un bebé o niño adquiera un determinado hábito van contra las bases mismas de la teoría del apego, contra el respeto a los niños y debemos oponernos a ellas.
La crianza con apego es una moda o filosofía de crianza que nos viene de USA, de la mano de una organización fundada por una familia numerosa de padre pediatra y madre enfermera que dice basarse en la teoría del apego, pero que lo que aplica es una serie de puntos que, según ellos, lograrán niños que, de adultos, habrán logrado el máximo de sus posibilidades emocionales y profesionales e, incluso, que podría cambiar la deriva belicosa del mundo.
Hay que decir que todos los puntos que preconizan están basados en un trato respetuoso y cariñoso de alta calidad para los niños, con un contacto físico materno, el mayor tiempo posible.
También hay que decir que no hay pruebas hasta ahora de que este estilo de vida acabe logrando los loables pero ambiciosos objetivos que asegura. Los que eligen este estilo de crianza tremendamente respetuosa deben saber lo exigente que es como modo de vida muy centrado en el bebé y con muchas dificultades para compatibilizar la vida familiar y profesional en esta sociedad.
Algunos grupos de este tipo de crianza tienen tendencia al sectarismo. No es bueno que critiquen ni que se aíslen de otras familias que han elegido métodos de crianza menos exigentes pero también basados en el respeto y el cariño. En este mundo, realmente no conciliador con la crianza respetuosa, cada familia hace lo que puede y, mientras haya cariño y respeto de por medio, todos los métodos son adecuados para contribuir al desarrollo armónico de los bebés.