¿Quién debe acompañarte en el parto?

¿Alguna vez te lo has preguntado¿ Pues pregúntatelo. Parir es un proceso donde se ponen en marcha miles de mecanismos encaminados a que puedas abrirte y dar vida. Lo último que una mujer necesita es estrés. Por lo tanto nadie que se lo genere debería estar cerca de ella, ni siquiera en la dilatación. Os traemos esta preciosa carta de Blanca Herrero publicada en la revista Tu bebé.

Reflexionemos

He tenido la oportunidad de acompañar a muchas mujeres en el nacimiento de sus bebés. Otras muchas me han contado sus historias de parto, y quizá lo más doloroso ha sido escuchar de boca de algunas que, a pesar de estar rodeadas de sus parejas, matronas, obstetras, pediatras o auxiliares, “nunca se habían sentido tan solas”. De ahí la importancia del acompañamiento en el parto y nacimiento.

Acompañar no es estar sentado como un espectador pasivo.

El parto despierta mucha curiosidad. Es hermoso ver a una mujer parir, a una criatura nacer. Es un momento mágico, de increíble fuerza y belleza. Sin embargo, por el bien de la madre y del bebé todos deberíamos preguntarnos si es lícito presenciar un parto, permanecer allí como meros espectadores del proceso.

Cualquier mamífera buscará para su parto una madriguera apartada de los depredadores y de situaciones externas adversas. Igualmente, una hembra humana buscará el sitio en que se sienta más segura para parir:

Un hospital, una clínica, una casa de partos o su propia casa.

De la misma forma, debería buscar a las personas que la hagan sentirse segura, para que la acompañen en este momento tan importante.

La mujer de parto no debe sentirse observada ni juzgada.

¿Quiénes somos los demás para decir a una mujer de parto cómo ha de comportarse?

Si estuviéramos practicando sexo, imaginemos como nos sentiríamos si alguien en ese momento interviniera diciendo: “Lo estás haciendo mal”, “no gimas así”, “gime de esta forma”.

Una mujer de parto cierra los ojos o busca posiciones de aislamiento. Sin embargo, de vez en cuando buscará el contacto visual con las personas que la acompañan, para asegurarse de que a su alrededor todo está en orden. Por eso, las miradas que la rodeen no deben ser de preocupación o reproche sino serenas, que le transmitan confianza y seguridad.

Una sonrisa y una mirada cálida en ocasiones ayudan más que mil palabras de consuelo.

Busca la compañía idónea

De todos ellos –profesionales, la pareja o un familar, incluso una doula– necesitamos una actitud determinada.

Los profesionales. El mejor lugar para tu parto es aquel en el que te sientes segura, por lo que los profesionales que trabajen en él deben darte absoluta confianza. Si en algún momento no te sientes protegida o estás inquieta, coméntalo sin miedo. Quizá puedan ayudarte a encontrar la calma o demostrarte más empatía. Una buena matrona es aquella que es capaz de estar contigo sin que te sientas juzgada, que te comprende, sabe escucharte y ponerse en tu lugar, y que, además, es capaz de decirte lo que necesitas sin que te sientas incómoda o sin incomodarse ella misma.

Una persona de tu confianza. Decidir quién quieres que te acompañe en el parto es una cuestión que tienes que meditar tranquilamente. También es importante hablar sinceramente sobre el parto con la persona escogida.

En nuestra sociedad ha habido un gran cambio. Hemos pasado de las familias extensas en las que los maridos no tenían nada que ver con el nacimiento de sus hijos y aguardaban en la sala de espera, a que sean ellos, nuestros compañeros, los que deban estar presentes en el parto. Pero en ocasiones son ellos los que peor lo pasan, especialmente si se trata de un parto fisiológico y visceral, porque no siempre están preparados para lo que va a ocurrir, para ver la transformación de su compañera, cariñosa, dulce y serena, en alquien que grita, gruñe y gime.

Michel Odent habla de la influencia que puede tener la presencia del padre en el parto, especialmente si “no entiende” lo que acontece y se carga de tensión y adrenalina. Ambas son contagiosas y pueden transmitirse a la mujer que pare, entorpeciendo el proceso. No obstante, Odent también piensa que si muchos hombres fueran capaces de entender, respetar y compartir partos y nacimientos respetuosos, el mundo sería un lugar mejor para vivir. Por tanto, que el marido esté presente en el parto debe ser una posibilidad y no una regla fija. Y en todo caso, la mujer debe sentirse libre para elegir quién desea que la acompañe.

• La figura de “la doula” ha sido reconocida en la literatura científica por su importancia en la evolución de un parto. La doula es una mujer que ha sido madre, que ha amamantado y criado a sus hijos, y que tiene experiencia en acompañar a mujeres durante el embarazo, el parto y el posparto. No tiene por qué tener conocimientos extensos de medicina y obstetricia, pero sabe “entender” a la mujer que está de parto. Después, puede llegar a convettirse en un gran apoyo durante una etapa tan exigente como es el puerperio.

Aunque elegir qué persona nos va a acompañar en esta situación puede parecer poco importante, en algunos trabajos científicos se ha demostrado que aquellas mujeres que están acompañadas de forma adecuada tienen menos necesidad de analgesia, menos riesgo de tener un parto instrumental o una cesárea, y dan el pecho a sus bebés durante más tiempo.

Así que fíjate lo importante que puede llegar a ser tomar una decisión apropiada…