Como enfermera pediátrica, matrona y autora del libro «Llama a la matrona», Sara Cañamero, explica que una de las principales funciones de estas profesionales es la de asesorar a las mujeres acerca de todo lo que tiene que ver con el embarazo, parto y postparto. Una información veraz, basada en la evidencia científica y lejos de prejuicios. «De esta forma podrán desterrar temores, dudas y falsas creencias. Serán capaces de decidir libremente acerca de su proceso y se verán empoderadas».
—¿Por qué, entonces, hay mujeres que no ven a ninguna matrona durante su perido de gestación?
Es triste que haya aún mujeres que no vean a ninguna matrona salvo el día del parto, cuando las principales responsables del embarazo y parto de bajo riesgo (que suponen la inmensa mayoría) somos las matronas. Según el BOE, las mujeres deberían sólo ver al ginecólogo en las ecografías que marca como obligatorias el Sistema Público de Salud (que son 3) y si el proceso deja de ser fisiológico.
Las matronas debemos de recuperar nuestro lugar, y no sólo en los hospitales, donde no sólo los ginecólogos realizan nuestras competencias, sino en las plantas de obstetricia y maternidad donde enfermeras sin especialidad realizan nuestras funciones. También debemos regresar a nuestra esencia, estar donde la mujer nos necesita: en sus hogares, en su entorno. Ahí es donde las matronas independientes están cubriendo esa necesidad.
—¿Por qué no goza de mayor prestigio la labor de estas profesionales sanitarias?
Es algo complicado, pero creo que se debería de hacer más fuerza desde las Asociaciones de Matronas. Desde el mismo Colegio de Enfermería. Son asociaciones que cuentan con recursos y en parte su razón de ser es dar a conocer nuestras competencias, no sólo a la gente de la calle, sino en los distintos hospitales.
Lo que ocurre con nosotras y nuestras competencias es algo inaudito en el mundo sanitario, y lleva mucho tiempo perpetuándose hasta hacerse crónico. Cuando alguien tiene un hueso roto sabe que debe acudir a un traumatólogo, y en el hospital no creo que se le ocurra a un endocrino operar una fractura. Pero en el mundo de la maternidad y de la mujer, a pesar de contar con especialistas cuya formación hemos pagado, y al igual que los médicos nos enfrentamos a un examen tipo MIR (se llama EIR), son muchos otros los que ocupan nuestro lugar.
Y puede que así pasa lo que pasa: tenemos tasas de atención al parto que no son para enorgullecernos, hay muchos fracasos de lactancia, y un largo etc.
—¿Cuáles son los principales miedos a los que se enfrenta una mujer en su primer embarazo?
Ya sea, el primero, el segundo o quinto embarazo todas sentimos ciertas inseguridades durante la gestación. Sin embargo, los temores que suelen ser comunes son los más típicos y puede que tópicos: miedo al parto (a no ser capaz de parir, al qué dirán, a que le ocurra algo al bebé, a desgarrarse, etc.), miedo a que el bebé no esté sano; miedo a la alimentación, a qué podemos o no podemos comer por el toxoplasma y listeriosis, etc. Miedo por el cambio corporal tan impresionante al que nos vemos sometidas, etc.
—¿Se cuidan correctamente las mujeres en nuestro país?
Pienso que sí, aunque queda mucho por mejorar. Sin embargo intentan siempre hacer lo mejor.
—¿Qué errores más comunes suelen cometer?
¿No ver a la matrona? —exclama sonriente—. Pienso que, sin ser un error, lo peor que puede hacer la mujer es no tener la confianza en ella misma, en su capacidad de parir, de gestar y de criar. Es algo que muchas han perdido, ese conocimiento interno, casi genético. Puede que debido a los miedos, a un paternalismo demasiado acentuado por parte del Sistema sanitario.
—¿Cuál es la edad más indicada para quedarse embarazada?
Dese el punto de vista biológico la mejor edad para que al mujer se quede embarazada está entre los 25 y 30 años. Es cuando el pico de fertilidad alcanza su máximo y cuando hay menor riesgo de alteraciones cromosómicas. Además, la madre tendrá mucha más energía para el cuidado del bebé.
Si analizamos el lado cultural y social, una mujer con 25 años es muy probable que no esté preparada mentalmente para ser madre. Se encontrará terminando sus estudios universitarios, y en búsqueda activa de empleo. Muy pocas parejas menores de 30 años cuentan con estabilidad económica, con lo que la maternidad a esta edad muchas veces no entra en las prioridades de las mujeres jóvenes.
Las mujeres mayores de 30 o 35 años que se plantean la maternidad deben ser conscientes de los pros y contras de esta edad: a pesar de la mayor estabilidad económica y personal, la fertilidad se ve disminuida, pueden tener un riesgo más elevado de cromosopatías, de enfermedades relacionadas con la gestación tipo preeclampsia, diabetes gestacionales, etc. Además de que, como ya sabemos, a mayor edad, peor llevamos el cansancio que supone la maternidad.
—¿Cuáles son las razones más frecuentes de la infertilidad en hombres y mujeres?
Del total de los casos de infertilidad que acuden a consultas se estima que un 30% es por causas masculinas, que principalmente se deben a alteraciones en el ámbito testicular, obstrucción de conductos, patologías en la próstata, alteraciones en la eyaculación o erección y alteraciones en el semen.
Otro 30% es por causas femeninas: menopausia precoz, endometriosis, obstrucciones o lesiones de las trompas de Falopio, anomalías uterinas y cervicales o problemas ovulatorios.
Existe un 20% de causas mixtas o combinadas: en las cuales los dos miembros de la pareja son responsables.
Y por último, un 20% llega a ser una causa inexplicable, y pese a que las pruebas que se realiza la pareja son normales no pueden tener hijos.
—El hecho de que cada vez se retrase más la edad en la que las mujeres tienen su primer hijo, ¿requiere cuidados adicionales?
Por supuesto, a mayor edad mayor riesgo para el embarazo y parto, y también algunas complicaciones en el postparto. A mayor edad, mayores controles debemos tener del seguimiento del embarazo; mayor riesgo de alteraciones en el bebé; más cansancio…
—¿Qué papel tienen las matronas tras el parto?
Una vez que ha nacido el bebé la matrona es la responsable de velar por el bienestar de la madre y del neonato. Vigilar que físicamente el postparto transcurre con normalidad en cuanto a sangrado, lactancia materna, estado psicológico de la nueva mamá, valoración del suelo pélvico, vuelta a la actividad física. Con respecto al bebé puede orientar a la madre en cuanto a los cuidados básicos: baño, alimentación, higiene, sueño, etc.
—¿Existe todavía la tendencia en los hogares a centrar todas las atenciones en el bebé y olvidarse de los cuidados de la madre?
Las matronas, cuando hacemos las visitas postparto en el domicilio de la mujer, valoramos todo y solemos centras nuestros cuidados en la madre. Sabemos que un bebé feliz debe tener a una madre feliz.
Es fundamental que la madre tenga confianza en los cuidados de su pequeño, se sienta sin temores, porque sabemos que la ansiedad de la madre se transfiere a su pequeño y puede afectar a la lactancia y al neurodesarrollo del pequeño. Por ello, a pesar de que veamos que el niño está bien, lo importante en los primeros momentos siempre es la madre.