Hace justamente una semana ingresé en el 12 de octubre pues me puse de parto de Pablo, que ahora está dormido en su cunita a mi lado.
Entré por urgencias con 2 cm de dilatación y el cuello un poco duro todavía. Sin embargo tenía contracciones muy frecuentes y parecía que la cosa evolucionaba bien. Estuve media hora o cuarenta minutos monitorizada para ver la frecuencia de las contracciones y al hacerme un segundo tacto me dijeron que ya estaba de 3 cm y que me quedaba. Ya se hacía difícil recuperarse entre contracción y contracción, lo que mejor me venía era moverme, tumbada en la cama no podía estar.
Pasé a la sala de dilatación donde en cuestión de una hora como máximo me pusieron la epidural. Fue difícil mantenerse tan quieta con las contracciones que tenía pero finalmente me la pusieron sin problemas y fue una bendición la verdad. Sentía las contracciones como un pequeño dolor de regla. A las dos horas aproximadamente me hicieron el primer tacto y ya estaba de 8 cm. Rompieron la bolsa para acelerar un poco el proceso pues la cabeza del bebé aún estaba alta. Oxitocina también me pusieron. En otro par de horas ya tenía al bebé prácticamente coronando, notaba cierta presión en la zona perianal y me pidieron que comenzara a empujar para practicar los pujos y por lo visto lo hacía bien.
Me llevaron al paritario, me pusieron un espejo y lo vi todo. Las comadronas me indicaban cuando tenía que empujar y en tres pujos tuve a Pablo en mis brazos. No me dieron ningún punto. Estuve dos horas haciendo el piel con piel de nuevo en la sala de dilatación y después me subieron a planta. Mi marido estuvo conmigo en todo momento (menos cuando me pusieron la epidural) y cortó el cordón cuando dejó de latir. Finalmente decidimos no donarlo para poder realizar esta técnica de último latido.
En planta todo el personal me ayudó muchísimo con la lactancia materna. Para que os hagáis una idea de lo bueno que fue, lo peor de la experiencia fue tener que compartir habitación.