Hola Cristina:
Ahora que ya hace una semana desde que tenemos a Valeria no quiero dejar pasar ni un día más para escribirte y contarte cómo fue todo.
Una semana antes de que naciese tenía revisión ginecológica. Antes de nada me dijo que me podía hacer una maniobra y acelerar la fecha de nacimiento a lo que conteste que no quería que me hiciese una Hamilton. Sorprendida de que yo le respondiese de esa manera me dijo que no entendía mi respuesta ya que sabía que yo quería un parto natural y una inducción podría acabar en cesárea. Mi respuesta fue que yo estaba todavía de 39 semanas y por supuesto no estaba de parto por lo que no había razón para no esperar. A la hora de poner fecha para la inducción, quiso darme justo una semana después a lo que yo le dije que si estaba de semana 40 no tenía porque inducírmelo tan pronto. Ya molesta me dijo que 10 días y que no debía esperar más. Me dio a elegir entre dos fechas y yo elegí la más tardía. Sabía que Valeria vendría antes.
La misma mañana de su nacimiento teníamos monitores. Yo dormí un poco mal esa noche porque tenía el “cuerpo raro”. Llevaba varios días nerviosa pues no quería llegar al tan temido día de la inducción de parto que cada vez estaba más cerca. Como yo tenía alguna contracción metimos en el coche ya la maleta. En monitores me dijeron que estaba con contracciones pero no con trabajo de parto. A saber. Nos volvimos a casa pero dejamos la maleta en el coche. Me acosté un rato y las contracciones fueron en aumento. Comimos un poco pero yo ya sabía que mi cuerpo estaba a otra cosa y no quise sobrecargarlo. Cuando estaba recogiendo la cocina llegaron las contracciones más fuertes, pero yo me tiraba al suelo cuando llegaban y luego seguí recogiendo. Ante la insistencia de mi pareja nos fuimos al hospital. Yo quería aguantar un poco más pero Quirón Pozuelo está un poco lejos de casa y no sabíamos cómo podía estar la carretera.
Entramos por urgencias y enseguida me pusieron a monitores, momento en que ante la comodidad y el calorcito, las contracciones pararon. Vinieron a verme pero yo veía que nos mandaban para casa. Nada más verme la ginecóloga se sonrió y me dijo que estaba dilatada de 7. Me preguntó que si había roto bolsa y como le dije que no me dijo que en cuando la rompiese la niña nacía. Me preguntó que si quería epidural a lo que le respondí que para qué.
Me prepararon para subirme a la sala de dilatación. Les pregunté que si podía levantarme al baño y me di cuenta que no quería hacer pis sino empujar. Me volvieron a ver y rompí bolsa. Me llevaron rápidamente a paritorio y empecé a empujar a lo bestia. Creo que este momento llegué a morder a mi pareja. En un momento dado me dijeron que parara. Tenía vuelta de cordón. Después seguí empujando y me cogieron dirigieron mis manos. Y aquí sucedió algo maravilloso. Pude coger la cabeza de mi hija y ayudarla a salir. Me la puse encima. El tiquet de parking marcaba las tres y diez. Eran las cinco en punto y ya la teníamos con nosotros.
No te puedes imaginar lo agradecida que estamos a tus consejos, tu serenidad, tus palabras Desde este cercano día yo soy otra persona. El parir de esta manera me ha hecho ver que soy capaz de todo lo que se me ponga por delante.
No se me puede olvidar que además de preparadas físicamente, que eso el cuerpo lo sabe hacer sólo muy bien, el tomar la homeopatía para la preparación al parto y el rescue en aquellos momentos de flaqueza también hicieron su parte.